Cuentos y teatro desde la empatía

Caja de Herramientas para docentes y responsables del cuidado

Pensamos en la idea de sembrar, de cultivar, porque estaremos rodeados/as de naturaleza y como oportunidad de contemplar la naturaleza y aprender de ella: de su armonía, de su danza vincular, y de cómo reconectarnos con estos atributos y llevarlos a nuestro relacionamiento con toda la vida que nos rodea.

Objetivos de la actividad: 

Generar un espacio de escucha y reflexión sobre el acoso y las situaciones violentas a la que se encuentran expuestas los niños y las niñas por parte de sus pares y adultos en los espacios que deberían ser seguros y de cuidado.

Utilizar la propuesta del arte (pintura y teatro) como vehículos para canalizar, expresar emociones.

Visibilizar y concientizar sobre el acoso desde los niños y las niñas, desde sus vivencias y sus relatos.

Construcción de un personaje de tamaño real:

La dinámica parte de poder construir un personaje de tamaño real utilizando materiales reciclados y naturales (cartones, cajas de huevo, varas de bambú, papeles de colores) y témperas de colores vibrantes.

Podemos preparar tres espacios/mesas de trabajo distintas para que niños y niñas vayan transitando y moviéndose por cada mesa y experimentando con materiales distintos:

Mesa de armado de la cabeza: construir la cabeza desde una caja de cartón con un orificio para introducir la vara de bambú o una de las manos. Colocarle el cabello con tiritas de colores de papel chifón, dando opciones variadas de colores para que puedan ir eligiendo el aspecto que quieren darle a su personaje.

Colocarle ojos de papel, nariz con restos de caja de huevos, y la boca.

Extremidades y cuerpo: podemos cortar tiras de cartón que simulen ser los brazos y las piernas del personaje, junto con las manos y los pies. Podemos utilizar crayolas de colores para darle los detalles a las manos y a los pies. Una recomendación sería la de realizar tiras bien largas, de manera a que las extremidades lleguen a tener un tamaño lo más real posible y consigamos movimiento.

Para el cuerpo podemos utilizar un rectángulo y dejar a la creatividad de los niños y las niñas el aspecto que quieran darle (formas, dibujos y colores)

Montaje de la marioneta: llevamos todas las partes construidas hasta ahora y con nuestra ayuda y pegamento adhesivo vamos armando la marioneta adhiriendo las partes a la vara de bambú que servirá de insumo para la manipulación.

 

Dinámica de manipulación y narración con el personaje

Una vez terminada la construcción de nuestro personaje podemos armar un círculo en el suelo e invitar a que cada niña y niño vaya presentando a su marioneta, poniéndole algún nombre, contando que le gusta hacer, entre otras cosas que surjan en el momento.

Les invitamos luego, a poder jugar con sus personajes a partir de ciertas “situaciones de la vida cotidiana” que vamos a ir presentando y sobre las cuáles tenemos que dar alguna respuesta distinta, alguna alternativa diferente de solución y libre de violencias.

Para este momento recomendamos pararnos y hacerlo en libre movimiento. Podemos improvisar un telón con alguna sábana o tela, y que puedan ir jugando con las marionetas detrás de ella.

Vamos leyendo las situaciones, una por vez, y le damos tiempo de que puedan teatralizar a quienes sean los protagonistas de las mismas interpretando una nueva resolución posible, libre de violencias. Después de cada representación nos damos unos minutos para compartir entre todos y todas:

  • ¿Cómo nos sentimos con la dinámica? 
  • ¿Alguna vez vivimos una situación similar? Y ¿Cómo resolvimos en aquel momento?
  • ¿Con qué nuevas herramientas contamos luego de la dinámica?

Situaciones

José, de 8 años, dice: En mi escuela se burlan de mi compañera porque es la última en copiar la tarea. Le dicen: «¡Sos una burra!». A mí me parece que no se le debe llamar así a nadie. 

Mara, de 7 años, dice: Cuando mi papá me dice que haga algo y no puedo hacer él me da un tirón del brazo y me grita: «¡Qué tonta sos! ¡Cómo no vas a saber hacer!». A mí me parece que él podría decirme de otra manera. 

Leti, de 9 años, dice: Mi primo César se pasa todo el día escuchando música y viendo telenovelas. Su papá siempre le grita y le dice: «Dejá de hacer esas tonterías que pareces una niñita, salí y andá a jugar con los vecinos fútbol, que eso sí es de hombres». A mí me parece que está bien que mi tío le diga eso porque o si no mi primo se va a acostumbrar a hacer cosas de mujeres. 

Mati, de 10 años, dice: A mí me gusta mucho cuando mi mamá me pregunta cómo me fue en la escuela, si me siento bien en la escuela, si estoy contento con mis compañeros y mis compañeras.

Luci, de 11 años, dice: Mi abuela me dice que yo tengo que aprender a cocinar, planchar, lavar la ropa y coser. Que las mujeres tenemos que aprender a realizar esas actividades para cuando seamos grandes y nos casemos. Y que mis hermanos no necesitan hacer esas cosas porque para eso van a tener una esposa que haga estas tareas en su casa. 

Franco, de 10 años, dice: Ayer mi mamá me pidió que arreglara mi cama al levantarme, pero yo no lo hice, entonces ella se molestó mucho y primero me gritó diciéndome: «¡¡¡Cuántas veces te tengo que repetir lo mismo!!! Estoy cansada de plaguearme todos los días, ahora vas a aprender». Y agarró el cinto y me castigó. A mí me parece que mamá hizo bien en castigarme, si me pega es por mi bien, para que yo pueda aprender a ser un buen niño y a ser obediente.

 
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